¿Soy o me sueño en el alba infinita que me llena de
angustia con su solo recuerdo?
Un cielorraso se materializa mediante mis ojos
ciegos, tan ciegos que mi mente se aferra a ese portento.
El sonido entra y me hace sentir el olor a sol, el
atronador susurro de hojas y los fuertes truenos de nubes tranquilas. Imagino
los azahares y los frutos, las enredaderas y los mirtos que junto a los lirios
y los jazmines crecen díscolos y sin control.
Oigo piares que pasan volando alto, chirridos de
picaflores curiosos, arrullos de palomas en su nido, zambullidas del benteveo y
el concierto de las calandrias. A ellos se une, desde mi memoria, un dorado
canario que perdió su libertad por un poco de alpiste y canto.
Recorro los sembrados multicolores y la ceniza de la
ciudad. Me elevo a la luz de las barrancas y los islotes y bailo al son de la
campana con la boya del canal principal. Como yo, está encinta de lecho y solo
escuchan mis ayes quienes descifran mis letras. Éstas son como aquel símbolo en
la biblia vulgata que, una vez que se ha visto, no se vuelve a encontrar. Solo
logra el hechizo si oídas por otro quiere llevarlas.
Liberada la India del Imperio Británico, se produjo
la más grande mortandad en tiempos de paz. Se separó Pakistán y siendo
seguidores de Alá, echaron a los más tolerantes hindúes. Con votos, decretos y decomisos, ordenaron a los
musulmanes de la India abandonarla y ocupar las propiedades confiscadas. Se
formaron dos columnas que viajaban en sentido contrario. Animales, vehículos y pies dejaban un
derrotero de tierra cuya polvareda ahogaba y se confundía con las nubes. Esto
incitaba a la violencia y los insultos, piedras y robos se extendían en una
guerra sorda que escribió su propia crónica.
…Era el caso de la hindú Reza Levi. Estaba
prometida, por intereses y amor, con Rajastán y la boda se realizaría en diez
días, lo que la obligaba a viajar del lado contrario de las filas. El tío
político Ahmed se comprometió a llevarla escondida en su carro. Eligió el de
menor valor y le enjaezó el asno más viejo. Cuando los atacaron, el tío los
puso en fuga con un mosquetón y ella se sintió Shiva, La Destructora, mas no aspiraba a ser otra que Viznu, El Creador, en su noche de bodas.
Carlos Caro
31/08/17